Lleva sobre su cuerpo el estigma de una enfermedad crónica,
siente que todos los días lucha por su vida…
Tres veces por semana concurre a un hospital donde una enfermera lo conecta a una maquina para sacar las impurezas de su sangre, diálisis se llama el tratamiento… Se sienta en un sillón cama y se entrega a esas manos que lo devuelven a la vida con un poco de ciencia y con mucho de humanidad…
Durante cuatro horas piensa, reflexiona, siente, palpita, agradece… Observa a quienes atienden a tantos como el, porque también sabe que no es el único, entiende de sentimientos compartidos…
Todo comenzó un día cualquiera, cuando llego a la guardia central a penas pudiendo respirar, aunque para el difícil de olvidarlo; Allí sintió derrumbar su futuro, sus sueños, sus amores… Todo se redujo a ese instante en que se percibe esadelgada línea entre la vida y la muerte…
Desasosiego, sudor, asfixia, impotencia, pero aun así decidió aferrarse a la vida, quizás porque sentía que sus manos aun no estaban vacías… Tenía mucho para dar…
Y con el sufrimiento y el dolor a cuestas aun sigue agradeciendo lo que le llama boleto extra, tiempo complementario… Es que después de esos momentos decisivos que atravesó, sintió la necesidad de ese ser supremo al que nunca antes le había siquiera prestado atención… Hoy lo tiene a cada momento en su corazón, y cada vez que puede, cuando ve el sufrimiento de otros, lo comparte, lo muestra... Y eso le hace sentir que su vida aun vale la pena…
Fueron horas, días, meses quizás, los que sentado en una vieja silla de hospital al costado de la cama, esperaba se recuperara de aquel mal que tanto perturbaba su cuerpo…
Adolecía de algo que los libros enunciaban con definiciones perfectas y comprobadas tantas veces que parecía no ser el único, ni el ultimo; Aunque para el, si lo era, quizás porque sentía ser el golpe mas fuerte…
Sabia de sus respiraciones cortas, de su pulso irregular, de su latido débil, de sus parpadeos como en sueños, de su terrible debilidad… A pesar de la cruda realidad, solo rezaba en su interior el fuerte deseo de saberlo libre, tan libre como tantas veces lo descubrió… (Con los ojos de su alma…).
La fuerza proveniente de su interior parecía no ser suficiente para sanarlo, sentía necesitar algo más... Mas amor quizás, mas paz, mas pasión, mas humanidad… No lo podía descubrir, pero su compasión se hacia aun mas fuerte para poder estar de su lado, aunque su cuerpo cansado no se separaba ni un instante del costado de la cama, de aquel viejo hospital…
Fueron horas, días, meses quizás, hasta que por fin pudo darse cuenta que era su alma la que estaba al borde de partir…
Despertó, y se dio cuenta que el día seguía siendo bello, tan bello como ayer, porque pudo respirar…
En la vorágine de lo cotidiano y en el saberse en la rutina del trabajo, a veces nos olvidamos que convivimos con seres extraordinarios…
El sábado pasado en apariencias no era un día fuera de lo común; Me había levantado a las cinco de la mañana para cumplir la primera de mis dos jornadas de trabajo, en el hospital Clínicas, en el servicio de terapia. Como de costumbre a esa hora y en temporada invernal, la temperatura parece detenerse tanto que jamás logro saber como continuara… Ese día no fue la excepción, o al menos eso pareció hasta media mañana, cuando comenzó un viento huracanado que a juzgar por las ventanas, todo parecía flotar en el aire.
Pasado el medio día, en mi querida Nanfang 125 ( moto) y camino a cumplir mi segunda jornada en el hospital Trancito, el cielo parecía aplastarse sobre mi con un diluvio que ni siquiera me dio tiempo a pensar si detenerme o seguir, lo cierto es que llegue destilando agua…
Pedí prestado un ambo a la central de quirófanos, el que muy gentilmente me alcanzaron hasta mi servicio de hemo diálisis; Mientras recibí la guardia los pacientes parecían no perder tiempo con sus complicaciones como hipotensión, calambres, solicitud de medicamentos, o simplemente hacer algo de catarsis para que se les preste mas atención… Es parte de nuestra gran tarea, y así poder palear no solo sus impedimentos físicos, sino también hacer contención psicológica…
Lo cierto es que ese día, y después del buen chapuzón en medio de la avenida Costanera, mi cuerpo comenzaba a sentir el enfriamiento que había pasado…. Pero siempre hay alguien que sin darnos cuenta sabe mirar… Y acompañarnos desde el alma…
Pasado un par de horas, Daniel, un colega con el que hace poco comenzamos a trabajar en el mismo servicio, me alcanzo una taza de café caliente (esta amargo porque no tengo azúcar_ me dijo), y me ofreció un par de medias secas.
Agradecido de su buen gesto, continué el resto del día, aunque algo húmedo, abocado a esa tarea que siento me engrandece cada vez más…
La verdad es que un café y de la mano de un par, siempre mejora el espíritu, y sobre todo en días como ese sábado, donde una lluvia inesperada me sorprendió en medio de la rutina…
P/D: ya les contare otras historias de gente que sabe mirar, y acompañarnos desde el alma
A la hora de la siesta, acostumbraba a sacar agua de lluvia de un tacho que parecía estar anclado en una esquina de aquel pintoresco patio tan increíblemente enmarcado por flores y plantas silvestres…
Encendía la radio, y la sintonizaba siempre en el mismo dial… Las novelas de amor eran sus preferidas, y siempre a las dos de la tarde…
Posaba la palangana enlozada de la abuela, tan delicadamente acomodada sobre una armazón antigua labrada en hierro artesanal, y con una jarra comenzaba a mojar esos largos cabellos negros, que cuando secaba, su brillo parecía confundirse con los mismos rayos del sol… Vivía la experiencia junto a cada personaje de aquel radioteatro…
Su feminidad comenzaba a descubrirse cada vez más por aquellos días, se llamaba Stella, y en la soledad de la siesta se descubría increíblemente bella…
Por algún motivo, las fechas que se marcan en el calendario siempre tienen una connotación especial… Algunas son pre fijado y suelen ser de interés nacional, ya sea por lo histórico o por lo que desencadeno en lo casual… También tenemos aquellas fechas que desde lo personal lo asociamos a un momento bello, y porque no, muchas veces desagradables o tristes… Pero otras, como este día en particular titulado el día de LA AMISTAD. Haciendo un poco de memoria acerca de mi historia personal debo estar agradecido con la vida porque sobre todo en mi adolescencia encontré, descubrí y sentí el verdadero significado del valor AMISTAD… Lo disfrute mucho, y tanto es así que a pesar de que la vida nos llevo por distintos caminos, el sentimiento sigue estando presente, fresquito en mi alma… Solo que ahora con algo de nostalgia… En el presente, debo decir que amistad como aquellas nunca e vuelto a tener, pero igual mente sigo siendo agradecido a la vida porque a pesar de mi historia actual (y hablo de estos 10-15 años hacia atrás) e encontrado y descubierto seres tan esenciales en mi camino que aunque no esta eso de todos los días, si existe ese: PODES CONTAR CON MIGO… Y hay mucha más tela para cortar a cerca de esta tema, pero no quiero dejarlo pasar sin saludar a todos aquellos con los que en algún momento compartí un mate, o una caminata, o alguna reunión, o algún silencio, o algún encuentro, o simple mente como ahora con todos mis amigos y amigas de blogger que aunque no somos conocidos personal mente, si nos estamos conociendo desde el alma… Y eso es lo que cuenta… ¡ FELIZ DIA AMIGOS ¡
Hay segundos, instantes que nos pueden cambiar la vida… El rumbo, la existencia… Y a mi me paso… Por aquel entonces solo sabia de preocupaciones, mucho trabajo, y el estrés cotidiano era un aliado mas en mi vida que solo sabia de situaciones desafortunadas; Tanto que un viernes cualquiera, camino al trabajo paso lo inevitable en mi destino… Aquel lugar parecía ser perfecto, el tiempo y el espacio no existían, sin embargo tenia la sensación de estar feliz… Aunque lo lindo de aquello era que siempre alguien me tomaba de la mano, y yo me sentía seguro… Algunos días después, semanas quizás, sentí despertar, mire a un costado y vi a mi padre recostado en un sillón, al costado de la cama, parecía ser un hospital… Ese fue el momento en que deje de sentir que me tomaban de la mano… Solo desapareció… Hoy cuento parte de aquella historia… Y puedo agradecer, porque a decir verdad solo tomo el presente entre mis manos, y me aferro tanto que solo siento disfrutar… Estoy aquí, como en este instante en el que me estas leyendo y disfruto tu presencia, porque es parte del presente para mi… GRACIAS por estar junto a mí…
Era la casa de mi tía chela el punto de partida hacia esa gran ciudad que me producía una especie de emoción con mezcla de ansiedad (mi corazón se descubría feliz) Recuerdo que mi madre me había comprado un bolso de cuero, con manijas curvas y que a los lados estaba forrado con una especie de lona a cuadros con mezcla de verdes, negro y marrón; Lo recuerdo porque ese fue mi primer bolso y allí aprendí lo que es doblar y acomodar prolijamente la ropa con las indicaciones de mi madre. Lo lindo de ese preparativo era el destino, la gran ciudad de Buenos Aires capital… Como les iba contando, la gran travesía era en un Fiat 600, junto a mi prima, su marido (ellos recién casados) y por supuesto mi madre. Bolsos, equipo de mate, y los infaltables Magazín, toda una novedad para escuchar música por aquellos días… Y por supuesto el motor del fitito casi abierto para que no se recalentara demasiado… La despedida no dejaba de ser importante, porque tanto mi padre, mis tíos, algunos de mis primos y algún que otro vecino, nos hacían sentir el calor de sus abrazos… Por aquel entonces gran parte de la ruta era enripiada, así que apenas hacíamos unos pocos kilómetros desde la salida del pueblo, mi primo paraba el auto para colocarle el cubre parabrisas. Dispuestos a seguir la ruta, la primer parada era en Eseiza, una especie de parador donde la mayoría de los viajantes decidía estirar las piernas… Después de un par de horas de continuado el viaje, hacer cola para subir al Ferry y pasar la primer parte del río Paraná; Luego el segundo y mas largo; Allí nos bajábamos para tomar fresco y sentir esa caricia del viento que pega contra el rostro en esas tardecitas con la vista pegada a la calma del rió, como buscando constantemente el horizonte… Mate para los grandes, jugo para mi, galletitas y algo de música melódica era el disfrute de esas largas horas de viaje hasta llegar a esa increíble entrada a la ciudad, la Panamericana, los edificios interminables, los semáforos, los coches modernos, los peinados raros, la gente desinhibida, los carteles luminosos, las vidrieras, las luces multicolores..; Hasta que por fin llegábamos al departamento donde vivían mis primos. Aun conservo el sabor en mi alma de esos maravillosos viajes cuando niño, donde todo se libraba a mis pensamientos y esos sueños labrados en esas increíbles horas de viaje…
Hoy me voy a permitir tomar una licencia de lo que habitualmente escribo, para contarles que hace alguien como yo en un país como este..?
Como tantos que conozco, estoy inmerso en un sistema de salud que la verdad en esta Nación pareciera ser como digo habitualmente, y con un poco de ironía: nacidos para sufrir…. Y no es que me queje, ni mucho menos me victimice, pero ser parte de un sistema de salud y que tengas titulo de grado, no te distingue, ni te dignifica, porque como muchos de mis colegas dejamos gran parte de nuestra vida personal trabajando doble jornada… Y como si eso fuera poco en el medio del ritmo cotidiano: salvamos vidas, acompañamos a morir dignamente, y entiéndase bien esto, porque gente como yo siempre pone a priori la vida. ¡Si! no es fácil ver sufrir a alguien; Hay situaciones que te quedan grabadas en la mente y en el corazón como un sello tallado a fuego…
Y eso no es lo peor, porque además ¿Quien cuida a los que cuidan…? Supo ser el titulo (interesante por cierto) de un curso que realice hace poco, y que por cruda que sea, la conclusión fue: NADIE… Porque nadie cuida ni la mente, ni el cuerpo de aquellos que trabajamos en un sistema tan imperfecto y destructivo como el que tenemos en nuestro bendito y bello país…
Solo me cabe agregar que agradezco a DIOS que aun existen colegas, que como yo, le ponemos sangre todos los días de nuestras vidas para seguir haciendo lo que hacemos: Salvar Vidas…
Refresco mi memoria y regreso a aquellos bellos días en los que como una postal aun hoy tengo presente el recuerdo de esas reuniones en las que mi madre con sus cinco hermanas se juntaban para hacer lo que ellas llamaban "EL AMASIJO"...
Como me gustaban esos preparativos en los que desde el día anterior, en mi casa, se comenzaban a buscar todos los ingredientes que se necesitaban: huevos grandes y de color, abundante harina, leche, azúcar, grasa de vaca y de cerdo, siempre le pedía a mi padre que le consiguiera de la mas fina; Porque eso si, todos en casa de alguna manera estábamos involucrados en juntar todo lo necesario y ponerlo a un costado de la mesa para evitar que faltara alguno a ultimo momento; Ha! y me olvidaba de la levadura y un montón de recipientes de lata que se usaban como moldes para cada variedad de pan o tortas…
El tan importante evento se realizaba siempre en la casa de mi tía Chela, la mayor de las seis, porque allí estaba el horno de barro que alguna vez había construido mi papa…
Recuerdo el momento en que se juntaban leñas secas y papel de diario para prender el fuego, era trabajo de hombres, así que mi tío Juan y yo nos encargábamos de eso; Después mucha leña y a serrar la puerta de hierro con bolsa de arpillera bien mojada para que no se escapara el calor hasta que la leña se consumiera.
Mientras tanto en la galería de la casa, una mesa de madera enorme era la elegida para juntar esas seis hermanas que con sus propias manos amasaban sus panes que tan delicadamente reposaban en cada molde…
Como olvidar esos momentos compartidos en los que las veía sonreír, comentar sobre sus recetas, debatir a quien le iba a salir mejor el amasijo, o cual iba a ser el mejor pan para ofrecerlo como un trofeo a mi abuelo Martín…
Agudizo mi memoria y siento ese olor a pan casero, y escucho sus sonrisas, y siento el sabor de esos mates en ronda, y esas seis mujeres, seis hermanas que rendían tributo a ese amor incondicional que se refleja con la fuerza de la propia sangre, sangre de hermanas…
Después que salía el último pan del horno, se elegían algunos para saborear todos juntos: mis tías, mis primos, y algunos de mis tíos, que como mi padre, se acercaban después de salir de trabajar…
Las ultimas imágenes que tengo de aquellos días era cuando después de acomodar los panes y tortas caseras en los bolsos para ser llevados a cada casa, nos despedíamos con una enorme alegría, y desde la esquina de la casa de mi tía nos separábamos hasta el otro día para volver a disfrutar la dicha de estar juntos… Estar en familia…