miércoles, 18 de junio de 2008

"EL AMASIJO"

Refresco mi memoria y regreso a aquellos bellos días en los que como una postal aun hoy tengo presente el recuerdo de esas reuniones en las que mi madre con sus cinco hermanas se juntaban para hacer lo que ellas llamaban "EL AMASIJO"...

Como me gustaban esos preparativos en los que desde el día anterior, en mi casa, se comenzaban a buscar todos los ingredientes que se necesitaban: huevos grandes y de color, abundante harina, leche, azúcar, grasa de vaca y de cerdo, siempre le pedía a mi padre que le consiguiera de la mas fina; Porque eso si, todos en casa de alguna manera estábamos involucrados en juntar todo lo necesario y ponerlo a un costado de la mesa para evitar que faltara alguno a ultimo momento; Ha! y me olvidaba de la levadura y un montón de recipientes de lata que se usaban como moldes para cada variedad de pan o tortas…



El tan importante evento se realizaba siempre en la casa de mi tía Chela, la mayor de las seis, porque allí estaba el horno de barro que alguna vez había construido mi papa…



Recuerdo el momento en que se juntaban leñas secas y papel de diario para prender el fuego, era trabajo de hombres, así que mi tío Juan y yo nos encargábamos de eso; Después mucha leña y a serrar la puerta de hierro con bolsa de arpillera bien mojada para que no se escapara el calor hasta que la leña se consumiera.



Mientras tanto en la galería de la casa, una mesa de madera enorme era la elegida para juntar esas seis hermanas que con sus propias manos amasaban sus panes que tan delicadamente reposaban en cada molde…



Como olvidar esos momentos compartidos en los que las veía sonreír, comentar sobre sus recetas, debatir a quien le iba a salir mejor el amasijo, o cual iba a ser el mejor pan para ofrecerlo como un trofeo a mi abuelo Martín…



Agudizo mi memoria y siento ese olor a pan casero, y escucho sus sonrisas, y siento el sabor de esos mates en ronda, y esas seis mujeres, seis hermanas que rendían tributo a ese amor incondicional que se refleja con la fuerza de la propia sangre, sangre de hermanas…



Después que salía el último pan del horno, se elegían algunos para saborear todos juntos: mis tías, mis primos, y algunos de mis tíos, que como mi padre, se acercaban después de salir de trabajar…



Las ultimas imágenes que tengo de aquellos días era cuando después de acomodar los panes y tortas caseras en los bolsos para ser llevados a cada casa, nos despedíamos con una enorme alegría, y desde la esquina de la casa de mi tía nos separábamos hasta el otro día para volver a disfrutar la dicha de estar juntos… Estar en familia…

6 comentarios:

Armida Leticia dijo...

¡Recordar es volver a vivir!

Saludos cariñosos.

lola dijo...

Mi abuelo paterno, dentro de todas las actividades que sabía y solía hacer además de ser un grandioso campesino, era precisamente a hacer pan, y luego aprendió a hacer donas (rosquillas)y lo horneaba en horno de barro y con leña. Me hiciste recordar a mi abuelito le decíamos "Papá Juanito".

Que hermosos recuerdos y que hermosa familia.

Un fuerte abrazo desde México.

Cecy dijo...

hermoso recuerdo, que ademas vienen con el olorcito del pan recien horneado, que lindo que compartas estas alegrias..

te mando un beso

dijo...

que recuerdos!
que momentos!!!!
el pan... el horno hecho `por tu viejo... la vida que fluye, que vuelve, que se queda en recuerdos...
mil besos

Alicia Abatilli dijo...

Este relato tuyo Martín me trajo tantos recuerdos propios, el de mis hermanas, mi infancia, la belleza nunca olvidada.
Un abrazo.
Alicia

Anónimo dijo...

Esas manos las conozco...Son las mismas que amasaron hermosos recuerdos propios y que algún día compartiremos, mate de por medio...
Cariños Olga