domingo, 3 de agosto de 2008

Stella

Vivía junto a sus abuelos en aquella vieja

casona donde las madreselvas trepaban

las paredes como abrazando el cielo...

Mientras se hacia mujer su belleza parecía

ser incalculable…

A la hora de la siesta, acostumbraba a sacar agua de lluvia de un tacho que parecía estar anclado en una esquina de aquel pintoresco patio tan increíblemente enmarcado por flores y plantas silvestres…

Encendía la radio, y la sintonizaba siempre en el mismo dial… Las novelas de amor eran sus preferidas, y siempre a las dos de la tarde…

Posaba la palangana enlozada de la abuela, tan delicadamente acomodada sobre una armazón antigua labrada en hierro artesanal, y con una jarra comenzaba a mojar esos largos cabellos negros, que cuando secaba, su brillo parecía confundirse con los mismos rayos del sol… Vivía la experiencia junto a cada personaje de aquel radioteatro…

Su feminidad comenzaba a descubrirse cada vez más por aquellos días, se llamaba Stella, y en la soledad de la siesta se descubría increíblemente bella…

2 comentarios:

Alicia Abatilli dijo...

Qué bien describes el recuerdo Martín, feliz Stella, bella, increíblemente mujer.
Un abrazo!!!!
Alicia

Cecy dijo...

hola martin...

que bello escito se refleja tanta frescura y sensibilidad.

Besos mi querido