En la vorágine de lo cotidiano y en el saberse en la rutina del trabajo, a veces nos olvidamos que convivimos con seres extraordinarios…
El sábado pasado en apariencias no era un día fuera de lo común; Me había levantado a las cinco de la mañana para cumplir la primera de mis dos jornadas de trabajo, en el hospital Clínicas, en el servicio de terapia. Como de costumbre a esa hora y en temporada invernal, la temperatura parece detenerse tanto que jamás logro saber como continuara… Ese día no fue la excepción, o al menos eso pareció hasta media mañana, cuando comenzó un viento huracanado que a juzgar por las ventanas, todo parecía flotar en el aire.
Pasado el medio día, en mi querida Nanfang 125 ( moto) y camino a cumplir mi segunda jornada en el hospital Trancito, el cielo parecía aplastarse sobre mi con un diluvio que ni siquiera me dio tiempo a pensar si detenerme o seguir, lo cierto es que llegue destilando agua…
Pedí prestado un ambo a la central de quirófanos, el que muy gentilmente me alcanzaron hasta mi servicio de hemo diálisis; Mientras recibí la guardia los pacientes parecían no perder tiempo con sus complicaciones como hipotensión, calambres, solicitud de medicamentos, o simplemente hacer algo de catarsis para que se les preste mas atención… Es parte de nuestra gran tarea, y así poder palear no solo sus impedimentos físicos, sino también hacer contención psicológica…
Lo cierto es que ese día, y después del buen chapuzón en medio de la avenida Costanera, mi cuerpo comenzaba a sentir el enfriamiento que había pasado…. Pero siempre hay alguien que sin darnos cuenta sabe mirar… Y acompañarnos desde el alma…
Pasado un par de horas, Daniel, un colega con el que hace poco comenzamos a trabajar en el mismo servicio, me alcanzo una taza de café caliente (esta amargo porque no tengo azúcar_ me dijo), y me ofreció un par de medias secas.
Agradecido de su buen gesto, continué el resto del día, aunque algo húmedo, abocado a esa tarea que siento me engrandece cada vez más…
La verdad es que un café y de la mano de un par, siempre mejora el espíritu, y sobre todo en días como ese sábado, donde una lluvia inesperada me sorprendió en medio de la rutina…
2 comentarios:
Ojalá nos sigas sorprendiendo a tus lectores con estas cálidas ofrendas de amistad. Te debemos mucho más que un café; pero por mi parte, te prometo al menos eso (o en su defecto unos mates) la próxima vez que nos veamos.
Un abrazo grande.
Pancho.
No sé qué tipo de terapias das a tus pasientes, pero por lo menos yo veo a los médicos como si fueran super héroes, tal vez por eso no me animé a tomar esa carrera aunque mi padre insistió, se me hace mucha responsabilidad y mejor decidí descomponer computadoras ¿cómo ves?
Bueno, no sé mucho de ti porque no te he leido mucho, pero ya me daré más vueltas...
Te deseo lo mejor del mundo y que sigas teniendo días tan interesantes para ser rescatado por un buen amigo y una buena taza de café :)
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