Aun no eran las seis, cuando Alejandro, como de costumbre se vio en medio de la unidad de terapia intensiva. Como siempre su porte era impecable; Y claro, su experiencia en área critica era indiscutible…
Pero esa mañana algo lo inquietaba, seguramente era el horror que veía desde donde estaba parado:
Respiradores artificiales, bombas de infusión, sondas, cables por todos lados… Tanto ruido parecía aturdidor, pero el aun conservaba esa agudeza de un guerrero…
Control de signos vitales, cambios de goteos en planes de hidratación, aspiración de tubos traqueales, balances…Era tanto el trabajo para realizar que su cuerpo parecía no poder resistir…
Sin embargo lo terrible eran esas personas, que además de tener nombre y apellido, ser seres únicos, individuales, yacían bajo el tenebroso número que tenían sus camas…
Esa mañana alguien dejaría de existir, sus signos viales se traducirían a un electrocardiograma plano... Esa terrible línea que nos separa de este mundo y que inexorablemente nos reduce a lo que verdaderamente somos, todo espíritu…
Pero no era allí donde Alejandro terminaba su labor, aun faltaban los cuidados post mortem:
Apago el respirador, desinflo el balón para extraer el tubo, retiro la vía central, los drenajes espirativos, la sonda vesical, y cerró sus ojos con esa delicada mano que tienen aquellos que cuidan…
Por ultimo cubrió su cuerpo con las sabanas blancas dejando el rostro descubierto, lo hacia sentir algo mejor…
Lavo sus manos durante unos segundos sin parecer estar allí, cuando de pronto escucho pronunciar su nombre, respiro profundo, y se alisto a seguir su labor, alguien lo necesitaba…
Pero esa mañana algo lo inquietaba, seguramente era el horror que veía desde donde estaba parado:
Respiradores artificiales, bombas de infusión, sondas, cables por todos lados… Tanto ruido parecía aturdidor, pero el aun conservaba esa agudeza de un guerrero…
Control de signos vitales, cambios de goteos en planes de hidratación, aspiración de tubos traqueales, balances…Era tanto el trabajo para realizar que su cuerpo parecía no poder resistir…
Sin embargo lo terrible eran esas personas, que además de tener nombre y apellido, ser seres únicos, individuales, yacían bajo el tenebroso número que tenían sus camas…
Esa mañana alguien dejaría de existir, sus signos viales se traducirían a un electrocardiograma plano... Esa terrible línea que nos separa de este mundo y que inexorablemente nos reduce a lo que verdaderamente somos, todo espíritu…
Pero no era allí donde Alejandro terminaba su labor, aun faltaban los cuidados post mortem:
Apago el respirador, desinflo el balón para extraer el tubo, retiro la vía central, los drenajes espirativos, la sonda vesical, y cerró sus ojos con esa delicada mano que tienen aquellos que cuidan…
Por ultimo cubrió su cuerpo con las sabanas blancas dejando el rostro descubierto, lo hacia sentir algo mejor…
Lavo sus manos durante unos segundos sin parecer estar allí, cuando de pronto escucho pronunciar su nombre, respiro profundo, y se alisto a seguir su labor, alguien lo necesitaba…
4 comentarios:
martin:
Un placer que el azar me otorga al borde del recorrido por la pasión del blog.
Muy agradable el paseo
Daniel O. Requelme
Córdoba – Argentina
www.danielrequelme.com.ar
Muy buen texto Martín: gracias a vos por dejarme entrar en tu mundo.
Un beso grande.
Liliana
Cualquiera puede tener un blog. Afortunadamente, las personas como vos también. Imaginate las cosas de las que nunca nos enteraríamos si no fuera así.
Tipos como vos demuestran que en el mundo hay gente, no solamente números y máquinas ausentes.
Por suerte, tipos como vos nos cuidan de maneras que ni se imaginan.
Un abrazo grande.
Pancho.
Durísimo. Me ha dolido.
Gracias por tu visita.
Y volveré...
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