Simple como en mis escritos, tranquilo como el atardecer,autentico como la vida misma,pero por sobretodo libre, tan libre como lo es amar...
domingo, 30 de marzo de 2008
EL OTRO DIA...
El otro día salí de casa rumbo al centro de la ciudad, esta hermosa y bella capital de Córdoba.
La idea era sacar unas fotos de algunos lugares en los que siempre suelo andar sin mirar; y ese día estaba dispuesto a dejarme descubrir en esos lugares cotidianos…
Lo cierto es que todo quedo por la mitad, porque de pronto me encontré parado mirando una lista interminable de fotos…
Que paradoja lo de las fotos, pero algo me invitaba a estar allí, algo que más tarde comprendí…
Después de sentirme confundir en mis pensamientos, veo que están entrevistando a una mujer con un pañuelo blanco en la cabeza; Supe enseguida que era de madres de Plaza de Mayo.
Camino, subo un escalón y comienzo a recorrer un lugar con historia; Un lugar donde se torturo, y mato a mucha gente…
Por supuesto todo estaba prolijamente recreado para ser caminado y observado por los visitantes, pero el lugar era real, las historias que contaban algunos que perdieron sus familiares eran reales, las paredes, los pasillos, las habitaciones pequeñas, las escalinatas, todo era real…
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Y sin querer me introduje en un mundo histórico de desconcierto, de soledad, de bronca, pero por sobre todo de mucho dolor…
Ser familiar de desaparecidos, madre, padre, hermano, hijo, o el parentesco que sea debe ser como si nunca se termina la propia historia…o comenzara la historia…
El dolor muchas veces nos invade, y de muchas maneras…Pero no debe haber dolor mas grande que el de arrebatar la oportunidad de conocer y amar a alguien de nuestra sangre… Reconocernos en nuestra sangre es saber nuestra propia continuidad…
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Cuando salí del lugar sentí que ya no era el mismo, por eso es que hoy lo quiero compartir…
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1 comentario:
Yo que soy madre, comprendo el dolor de estas mujeres, las madres de la Plaza de Mayo, me solidarizo con ellas. Se debe castigar a los culpables. La desaparición de un hijo, sin saber si está vivo o muerto, es el mayor dolor, que una mujer puede padecer.
Un saludo lloroso, desde México.
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