Nos encontramos en la puerta de la entrada de casa;
Yo llegaba de realizar unos tramites del centro y
mi hijo de la escuela (1er año del secundario).
_ ¡Diez papa!
_ ¿Qué?
_ ¡Diez en matemáticas!
Le di un abraso de esos que salen sin pensar…
_ Bueno papa (me dijo algo avergonzado,
seguramente porque aun estábamos en la vereda)
_ ¡Hay que festejar!
_ Si, pero entremos con cara seria, así la despisto,
y le doy la sorpresa a mama.
_ ¡Te fue mal¡ _ Le dijo.
Y de repente ya no pudo disimularlo más.
_ ¡Diez mama!
_ Bueno ¡Te felicito! Viste que podes… Con
esfuerzo…
Lo lindo de este relato, es poder contar
lo increíble que se siente cuando un hijo esta feliz;
Creo que es el doble, el triple, se intensifica
millones de veces mas, que si la felicidad la
sintiera uno mismo…
Seguramente es porque tener un hijo es la extensión
de nuestros cuerpos que acentúa la identidad de
todos y cada una de las emociones del alma…
Ver feliz a un hijo y disfrutarlo con la mujer que le