En un mundo donde la globalización parece manejar
nuestras vidas es difícil mantenerse en pie… sobre
todo nosotros, los que trabajamos en salud, donde
las miserias del ser humano están a flor de de nuestras
manos, de nuestras miradas, de nuestros cuerpos,
de nuestras almas... Me pasa que a veces todo
es cuesta arriba; Por los sueldos bajos, por el sistema
tan corrupto, por las horas interminables donde las
dobles jornadas son de casi todos los que trabajamos
en hospitales; Perder el eje, el centro de nuestra
esencia no es tan difícil en lo cotidiano…
Haber elegido una carrera que tenga que ver
con la medicina no es para sentirse orgulloso
en este país, porque parece ser que como a veces digo
“se a nacido para sufrir…”
Dejar nuestras familias, nuestros hijos, nuestros seres
queridos hace que uno se pierda de lo mejor del
disfrute con aquellos que uno eligió para amar
y compartir nuestra historia de vida…
No se si aquellos que me lean puedan comprender
el increíble e interminable desazón que
causa cuando al final de la jornada te duele en cuerpo
y alma la ausencia del no haber podido estar presente,
y por el contrario solo llegar a nuestros hogares
a penas para comer algo, bañarse, y tratar de conciliar
el sueño reparador, que por cierto hasta a veces
es difícil de lograr…Me pregunto ¿si la soledad
de nuestro espíritu podrá llenarse alguna vez…?
Y como hacer cuando alguien llega a una guardia
con dolor de pecho, o cuando alguien postrado
te manifiesta a través de su mirada una suplica
desesperada para calmar su dolor, o un electro
marca un trazado anormal, o cuando te piden
alguna explicación a cerca de su dolencia,
o cuando en una terapia intensiva suena un respirador,
o cuando entran a una sala de diálisis con dificultad
para respirar…
Cuando por alguna de estas circunstancias
que les cuento se me llena el corazón de lagrimas,
trato de llevar la mirada a mi alrededor, y siento que
no podría haber sido otra cosa en mi vida, quizás
porque mas allá de todo, fundamentalmente mi ser
en su esencia es tremendamente solidario…
Respiro profundo, escucho el latido de mi propio pulso,
y agradezco a dios por seguir dándome vida
para estar donde debo estar…
P/D: dedicado a todas esas almas luchadoras…
2 comentarios:
Y sí tu vida es solidaridad, Martín querido.
Siempre tienes más para dar y para recibir.
Eres un gran ser humano.
Alicia
Buen texto y buena reflexión.
Sin duda estás donde debes, y seguro que después de ver tnto sufrimiento, valoras más los pequeños detalles que resultan gratificantes y reconfortantes.
Un beso
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