jueves, 26 de noviembre de 2009

ESOS SILENCIOS...

Llevaba treinta y siete años de lucha contra una enfermedad

que parecía serle indestructible; Tan destructible que sin darse

cuenta un día cualquiera del mes de agosto vio su cuerpo

abrumado, al punto de sentirse invadido por un respirador,

sueros por ambos brazos, drogas que le ayudaban a latir su

corazón, que alguna vez tenia el ritmo tan fuerte como el de

un roble…

Ese día, después de horas de agonía, el medico de guardia,

vio la necesidad de cambiarle el tubo endotraqueal que lo

ayudaba a respirar artificialmente debido a un sangrado

masivo. Asistido por otro medico y un enfermero comenzó

el procedimiento una y otra ves, mientras su pulso se debilitaba

tanto, que el electrocardiograma del monitor casi no marcaba

ritmo…

¡ dos adrenalina, una atropina ! Ordenaba desesperadamente

aquel medico que luchaba para poder mantenerlo vivo…

¡ uno! ¡ dos ! ¡ tres ! ¡ Carguen el desfibrilador que lo vamos

a cardiovertir ! ¡ Rápido, aumenten el goteo de dopamina,

pásenle suero a chorro, rápido que se nos va...!

La unidad coronaria era un perfecto caos, pero mas aun era

la terrible desesperación traducida en la lucha de quienes se

preparan para salvar vidas… Hasta que el silencio se adueño

de todos los que estaban allí, parecían haber coincidido

en el segundo exacto en que supieron que ya no había mas

nada para hacer…

Ese delgado hilo entre esta vida y la otra… Esos silencios

que marcan la bronca y la desazón de un abismo que es

imposible de describir…

Para ellos, perder una vida es también sentirse morir un poco…

2 comentarios:

Alicia Abatilli dijo...

No se puede hacer más nada, la lucha puso fin a su esfuerzo diario.
Placer leerte y contar vivencias.
Un muestra de tu entrega diaria.
Alicia

Cecy dijo...

Tambien duele, por eso para ellos tambien es morir un poco, que bien lo has contado, se siente.

Besos.