Después de dos años de diálisis llevaba consigo un torrente de sensaciones
que desde aquel primer día supo capitalizar poco a poco, a pesar de ser
para el un mundo totalmente desconocido; Toda la intriga, todo el asombro,
todos los temores, todas las preguntas, todas las dudas…
Para el, dializarse era una batalla que debía enfrentar…
Con el correr de los meses su adaptación al tratamiento fue asombroso;
Siempre con la mirada firme y el pecho bien erguido, bien dispuesto
y preguntando siempre mas a cuanto profesional de la salud se acercaba
a su sillón.
Serologia cada seis meses, laboratorios mensuales, medicación estrictamente
indicada, y la decisión de transplantarse por la donación de uno de sus hijos
que supo abrirle su corazón…
La cirugía del transplante fue un éxito… Seguramente sentía que la primer
batalla estaba ganada.
Al mes y medio se abrieron las puertas de esa sala de aquel centro de diálisis
donde tantas veces se había dializado, y donde tantos otros estaban realizando
su tratamiento; Con barbijo y el porte distinguido que siempre lo caracterizaba,
se dirigió al office donde dos enfermeros completaban planillas, y con un saludo
satisfactorio dijo:
__ Vengo a agradecer por lo que durante todo este tiempo me supieron guiar
y cuidar, simplemente “agradecer”…
Con la sabiduría que caracteriza a quienes atienden este tipo de pacientes,
uno de ellos le dijo:
__ Todo lo que as vivido, incluso el transplante, transmítelo a cada uno de
los que aun siguen conectados a las maquinas; El contar tu buena experiencia
les va a regalar esperanza…
A veces, enfermar es el resultado de un nuevo comienzo, que mas allá de lo físico,
genera la posibilidad de curar también el alma…
1 comentario:
Gracias por compartir esta linda historia!!!
un abrazo
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