El hospital Transito Cáceres era el punto de encuentro en sus tan distintas
formas de vida. Ella , enfermera de diálisis, cuarenta y siete años y muy bella;
El, bajo y muy delgado, seguramente unos treinta y pico, paciente renal de años,
y llevando consigo todo el bagaje físico que le hacia sentir su enfermedad.
Sus semanas parecían tener un único punto de encuentro, acudir hacia ella;
En sus días de tratamiento era fácil, ella estaba allí, pero el no se conformaba,
necesitaba verla, mirarla, observarla, robarle un saludo, una charla, un beso,
una sonrisa…
De lunes a sábado el estaba allí, y ella en su justo punto de encuentro…
Quizás los unía la soledad de sus vidas, o el dolor de sus almas, o la ilusión
de sentirse en compañía, o la fantasía de tenerse; Lo cierto es que siempre
se buscaban, y respetaban su momento a pesar de saber a cerca de las miradas inquisidoras de otros, o de las opiniones ajenas juzgando sus encuentros
cotidianos; Ellos estaban allí, en medio de un montón de gente que poco podían entender…
Nada tenían en común, pero en esos minutos, se podían mirar…
3 comentarios:
tenersee..creo que esa es la palabra clavee..saberse uno del otro..
lujito leertee mi buenn amigoo..!!
mi afectoo en efectivooo..!!
Que importa lo demás.
Lo que importa es la mirada contenedora, esa que te roba una sonrisa.
Besos querido Martin.
Y si, a mi me pasa como al pero en el blog, no me puedo ir.
;)
Cuando dos miradas se cruzan, amantes y cómplices,el tiempo se detiene y el mundo deja de exisitir ¿qué importan los demás entonces?
Besos
Narci
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