Desde su sillón de diálisis comenzó a narrarme anécdotas
con mucha emoción… Todas giraban en torno a un niño
de apenas tres años, su nieto.
La maquina extraía una y otra vez la sangre de su cuerpo;
Quizás esa tarde la sentía gris como tantas otras que la
obligaba a recibir ese tratamiento tan rutinario; Pero ese
día necesitaba contar sus historias, esas que le daban el
verdadero motivo de vivir…
_Contó: que un día le regalo, según el, una torta enorme,
en la que mezclo en un bool. fideos, yerba, aceite, y que
le iba a salir bien rica…. O como aquella que se metió
al baño sin que ella lo viera, y se lleno de talco de pies
a cabeza, y salio soplando fuerte como si fueran increíbles
nubes blancas…
Su voz se llenaba de emoción con cada palabra, y sus ojos
felices parecían verlo en cada travesura…
Al contar esas historias, su tarde se lleno de vida otra vez,
sus fuerzas, sus ganas se renovaron otra vez… Y una vez
mas elegía seguir viviendo; Ambos se necesitaban para
seguir viviendo…
… Es que los niños son todo alas, y a ella seguramente
le daba el regocijo suficiente para continuar con ese
sacerdocio irrenunciable de continuar apegada a la vida….
5 comentarios:
Precioso relato Martín.
Es que los niños nos muestran lecciones de vida a cada paso.
Un abrazo Amigo!
muy bueno... la verdad que sorprendente de lo que se puede aprender de los niños.
un abrazo y suerte
Adoro esa capacidad de nuestra mente, de revivir aquellos momentos que amamos... y que cada vez que los recordamos nos estremece el alma.
Los recuerdos son abrazos que no nos abandonan jamás.
Excelente relato, Martín.
Un abrazo.
Alicia
Es que a veces, el único hilo que nos amarra a la vida son precisamente los recuerdos gratos de los vivido.
Preciosa historia, Martín. Gracias por compartirla.
Besos
Narci
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