miércoles, 3 de marzo de 2010

ONCE CARAMELOS.

Esa noche de verano parecía haber traído consigo la envestidura
de los primeros días de invierno, la suave brisa daba escalofríos…
Quizás como soplaba el alma de Alicia…
Esa misma noche se la vio a primeras horas de la madrugada
comprando caramelos en el quiosco de la esquina; Meticulosamente
eligió once, talvez era el numero exacto que pensaba saborear
en esa larga y apesadumbrada espera … Con su alma tolerante
y preocupada se dispuso a entrar en la clínica donde su madre estaba
internada por una infección que todavía los médicos no lograban
discernir…
Mientras en el internado, su madre, entre susurros supo decirle
a alguien que su gran miedo no era morir, sino el darse cuenta…
Inquieta y en la soledad de sus pensamientos, recogía entre sus
memorias un manojo de recuerdos que teñía su espíritu en un
agradecimiento eterno para con su madre… Seguramente descubría
una vez mas en su corazón el legado mas preciado que una madre
puede dejar a un hijo…

3 comentarios:

Alicia Abatilli dijo...

Once un número que busco siempre, el de la suerte, el de lo bueno.
Aún me quedan algunos.
Gracias cuñado del alma.
Siempre cercano, siempre amigo.
Alicia

GOGO dijo...

"Mientras en el internado, su madre, entre susurros supo decirle
a alguien que su gran miedo no era morir, sino el darse cuenta…"

de veras un lujito el leerteee..!!

mi afectooooo...!!

Cecy dijo...

Darse cuenta es el impacto.
Y no tanto el miedo a lo que pueda pasar.

Excelente.

Besitos querido Martín.