El sol acaricia mi ventana con esos rayos tenues de las primeras
primeras horas de la mañana. Yo, sentado en mi escritorio justo
en frente, dejándome acariciar por el dulce encanto de quienes
tienen algo para decir… La radio encendida, mate amargo,
cenicero y cigarrillos, lápiz y papel… Y como un soñador
misterioso me dejo sorprender por lo que escribo, justo para vos…
Perdido entre las letras de esas hojas en blanco que de a poco se
repletan, sólo me empiezan a contar… Las melodías acuden a mí,
y yo me dejo llevar…
Rodeado por ese olor a libros a mí alrededor, me inspiran las ganas
de saber que no estoy solo, y que siempre hay mas para decir, justo
para vos…
Me amenazan las ideas y no me sueltan hasta que las dejo libres,
escritas por ahí, listas para que vos las recojas en algún lugar, en
algún instante…
Éste soy yo, el mismo que se pierde por los caminos de la vida,
el que camina, el que se detiene, el que avanza, el que llora,
el que ríe; Pero por sobre todo, el que escribe, justo para vos…