Por las noches se sumergía a su mudez,
miraba el cielo, unía las estrellas y dibujaba
en el firmamento cuanto deseo se le venia a la mente…
Deseos, siempre forjados deseos…
Aprendió a crecer con esas cosquillitas en su interior,
es que la pureza de su alma se refleja en su mirar…
Siguió creciendo y su cuerpo dejo de mostrarse niño,
hasta que un día no pudo más, sentía que la realidad
lo castigaba tanto, hasta el punto de no saberse
reconocer…
El estigma de su ser lo atormentaba, la soledad
y la tristeza quemaban todos y cada uno de sus deseos…
Un día despertó, se delineo las cejas, se rasuro las piernas,
se puso algo de rubor, y decidió comenzar a transitar
su propio destino; Tacones altos y tantas faldas
como entraran en su placar… Comenzó el más fuerte
y peligroso de sus deseos…
Fue avergonzado, maltratado, mirado como pecador,
discriminado, pero aun así decidió seguir siendo él…
Y entre tantas esquinas, tantas calles, tantos caminos,
comenzó la oportunidad de sentirse autentico, conoció
la posibilidad de hacer su mejor deseo realidad: