domingo, 20 de mayo de 2012

Onga-Mira

Mis pasos se aceleraron, al igual que mis pensamientos; y mi corazón ya no dudó.  Estaban allí, mezclados con los míos; o los míos, mezclados con los suyos…  Al principio fue sólo saber que allí había historia; pero después, de a poco, todo se fue transformando en esa magia que sólo te dan los caminos que ya han sido andados… por tantos, por todos. Los primeros minutos, la primera hora quizás, fue la admiración por tanta belleza; pero después, fue la invitación de esa suave brisa que acaricia y te silencia; fue ese tumulto del sonido que te penetra profundo y sin darte cuenta; la naturaleza tiene esas cosas, abrazarte con calma y con arraigo, pero fuerte… fuerte. El retumbo de una roca que se deslizó sobre mis pies, con ese ruido áspero y quejoso, me puso en sobre aviso que yo estaba allí, con ellos, y en su mismo pasado; después caminé por ese lecho de río seco, y que al final de sus días fue corriente pura, y de su propia sangre; también toque su tierra, y con mis manos marque mi rostro como tantas otras veces lo habrían hecho ellos… De una vertiente a penas un hilo de agua que caía y se perdía entre las mismas rocas; y yo la bebí, la saboreé hasta incrustarla en mis entrañas… y con ese encanto de lo que aún se reafirma, dejé que mis lágrimas también se escabulleran por las rocas, y por la misma tierra… Tanto pasado, tanta historia india me hizo sentir… allí en cuclillas.


5TA. MARAVILLA NATURAL DE CÓRDOBA: Se encuentran a 1500mts. Sobre el nivel del mar en el valle de Ongamira en un predio de60 hectáreas... 

sábado, 14 de enero de 2012

LA VIEJA CASONA

Mientras escuchaba el silbido ronco de la pava, el murmullo vago de de mis voces pensativas me trasladaban, enlentecido por el silencio aterciopelado que acaricia mi frente. Tome un mate cebado por mí, sin percibirlo; y fue entonces cuando vi la casona de mis sueños, de mis días felices… zumbaba tanto la vida por allí; aquel viejo portillo que habría al patio, siempre amenazaba mi ánimo con su sutil encanto, y yo me enredaba en ellos… Canteros de flores silvestres y muchos malvones, redimen en mi mente, el secreto olvidado de esos juegos de niño. Sin querer se me escapa una lagrima que corre por las mejillas de mi cara limpia y cuidadosamente afeitada, como queriendo esconder lo ajado del tiempo que inevitablemente se metió en mi piel. Siento claramente por mis venas ese tierno aroma del niño que fui. Es Dios mismo quien encarna su voluntad en mí, y en mí levanta esa suave brisa del recuerdo que me desgarra hasta la pura emoción. Me cebo otro mate, pero esta vez bendiciendo ese universo de filosofías ingenuas; y me veo sin buscar demasiada explicación en el misterio. Me había olvidado de esa silenciosa felicidad…